- Oh!, cuan oscuro está todo esto...
¿Dónde estoy?, esto no es la city, no...
- "El encanto de la rusticidad", querida.
- Pues no sé, más que encanto me parece espanto... brrr;
y tengo frío!, y un poco de miedo...(como se me caiga encima uno de estos libros me rompe el cuello).
- Qué delicadita eres!,
ya te puedes ir acostumbrando, porque a la noche todavía hace más frío.
- No os podéis callar?,
suena Mozart!, ah, qué delicia, podremos bailar... y hay espejos!, será como estar en un salón de baile...
- Pero si no eres más que un charm,
querida ingenua,
sólo un charm para lucir con el bolso (en cuanto cambie el tiempo, claro).
- Pronto estaremos viendo mundo colgadas de un bolso!!!, qué nervios, qué ilusión.
-Ya puedes ir peinándote porque llevas unos pelos..
Diosss, que seriedad se percibe...
- "El encanto de la rusticidad" querida,
ese encanto tan de esta casa.
- Y aquí dices que se puede bailar?, porque entre tanto libro...
congoja, lo que me entra es congoja.
- Desencanto querida, que cuando te veas en el espejo esos pelos...
Cómo voy a ir así a la capital!, si parezco una cocinera de la campiña!, oh my goodness.
- Me está entrando una congoja... me quedaré sola de nuevo, snif snif.
No iré a ver mundo porque ésta, con el campo ya tiene bastante, buuuaaaa
Sshhh... y ya con el Adagio... lágrimas cayendo por mis mejillas,
- Pero mira que estilazo, si reposas sobre petit point, ¿qué más quieres?. Aquí si que estarás bien, ya verás, vendrán nuevas y efímeras compañeras y yo mientras tanto te preparo un bizcocho, que aquí lo que abunda es el tema meriendas.
Hasta más compatir!.
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